El pasado fin de semana mi amigo Marco me invitó a acompañarlo a él y otro amigo a disfrutar de la montaña en bici, subiendo y bajando por muchos de los recónditos caminos que existen en el parque «El Desierto de los Leones». El problema fue cuando me comentó que habían quedado a las 6:30 de la mañana. Y es que aun no tengo edad para ciertas cosas, y una de ellas es madrugar tanto.
Mi propio pensamiento me hizo gracia y, con la frase aún en mi cabeza, comencé a pensar cómo cambian nuestros hábitos y patrones de comportamiento, así como los de consumo, cuando vamos teniendo más edad. Hace años se me hacía impensable comenzar cualquier día del fin de semana antes de las 10 o las 11 de la mañana. Todo dependía de la hora a la que había acabado la fiesta la noche anterior. Siempre he hecho deporte, pero madrugar… uummmm, no tanto.