El elefante y la hormiga

Hace unos días hablábamos en la oficina sobre los proyectos para 2020, en un ejercicio que solemos hacer cuando ya el año en curso está abocado a su fin, donde podamos alinear estrategias, prioridades y, ante todo, tiempos.

En medio de esta conversación surgió un tema que suele ser recurrente en muchas empresas: ¿cómo queremos afrontar un determinado proyecto (un tanto ambicioso)?.

Es muy normal que las empresas, cuando se enfrentan al desafío de desarrollar una nueva solución tecnológica, utilicen algunas de las herramientas o sistemas de gestión de proyectos que existen a día de hoy. Tales como el «Design thinking«, que utiliza procesos cognitivos para desarrollar nuevos productos o servicios, puedes optar por una aproximación «Agile» (estas es más una filosofía de trabajo que una metodología) o incluso por formas más tradicionales como Prince2.

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Una vez que hemos definido nuestra forma de trabajar, comenzamos a reunirnos con diferentes equipos, organizar diversos workshops y actividades, para lograr saber qué queremos hacer, cómo nos gustaría hacerlo y el resultado que nos gustaría obtener.

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Una guía básica para la gestión de proyectos

Todo profesional, a lo largo de su carrera y con independencia del departamento en el que trabaje, se enfrenta tarde o temprano con la gestión de un proyecto con cierta envergadura que, además, involucra otras personas, equipos o áreas que lo hacen más complejo y extenso de lo que nos hubiéramos imaginado.

Ya sea que trabajemos en una pequeña empresa o en una multinacional, tarde o temprano tenemos que llevar a cabo proyectos que involucren a diferentes equipos de trabajo, normalmente procedentes de departamentos que no tienen mucha relación entre sí en su labor cotidiana, pero que deben asegurar el buen resultado del proyecto.

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Por qué fallan las estrategias online

Tenemos una buena idea y cuando lo llevamos a la práctica falla estrepitosamente sin que tengamos muy claro el por qué. Nos ha pasado a todos alguna vez y, con suerte, nos seguirá pasando (quiere decir que seguimos probando nuevas ideas y siempre correremos el riesgo de equivocarnos), aunque trataremos de evitarlo.

Cuando analizamos lo que hemos hecho sacamos conclusiones y, lo más importante, debemos aprender los motivos y las razones de nuestro fracaso. Realmente, debemos hacer lo mismo cuando tenemos éxito, pero es mucho más fácil pensar que sabemos por qué las cosas salen bien en vez de preguntarnos si realmente las sabemos. Pero cuando las cosas salen mal… más nos vale saber el motivo.

Por simplificar un poco las cosas, podemos hacernos una idea del éxito o del fracaso que podemos esperar tenga nuestro proyecto siguiendo una pequeña lista:

  • Investigar posibles fallos: ¿hemos analizado lo qué puede salir mal, por dónde puede fallar nuestro proyecto o las posibles causas que podrían llevar a nuestro fracaso? Se deben realizar los oportunos controles y pruebas de estrés antes de realizar en lanzamiento.
  • Plantear posibles escenarios: prepara diferentes hipótesis y escenarios, tanto en el caso de tener éxito como si no, de modo que podemos crear plantes de actuación con antelación.
  • Evitar la incertidumbre: si no tenemos claro lo que puede suceder no sabremos reaccionar y podremos tomar decisiones equivocadas.
  • Hacer las cosas sencillas: por muy complicado que pueda parecer un proyecto, si logramos que los procesos y los pasos intermedios sean sencillos y fáciles de entender, desarrollar e implementar, podemos llegar a tener éxito.
  • Asignar las tareas correctamente: es fundamental realizar una correcta asignación de tareas y el cálculo de horas de trabajo. No debemos hacer castillos en el aire y pensar que podemos llevar acabo cosas que no son técnicamente (o económicamente) posibles, incluyendo el factor humano. Hay que recordar que el día tiene 24 horas y de vez en cuando tenemos la mala costumbre de dormir.
  • Planificar los procesos correctamente: evitaremos cuellos de botella si planificamos los procesos y pasos del desarrollo de forma adecuada. Por muy bueno que seamos en una parte del desarrollo, si fallamos en otra no avanzaremos.
  • El equipo humano: a veces las cosas fallan porque las personas no tienen los conocimientos adecuados o la experiencia necesaria para llevar acabo el proyecto: que tengas un programador excepcional de HTML no quiere decir que sea igual de bueno para programar en Java (por poner un ejemplo). La formación y contar con asesoramiento externo ayuda, así como adecuar el proyecto a los recursos humanos de que dispongas.
  • Seguimiento: Aunque hayamos lanzado el proyecto y tengamos nuestra web, página de fans o perfil de Twitter funcionando, debemos hacer un seguimiento constante, sobre todo al principio. Por ejemplo si usamos herramientas de monitorización que se integren con diferentes perfiles, es posible que durante los primeros días nos den problemas de sincronización con Facebook, Twitter y/u otras plataformas.
  • Trabajar en equipo: cuando se lanza un proyecto, una página web, un portal, perfil, etc… es fácil que tomemos decisiones precipitadas sin compartirlas con el equipo. Sobre todo si no hemos seguido los pasos anteriores. Debemos definir procedimientos claros para la toma de decisiones y para informar de posibles problemas, cambios y/o modificaciones que deban llevarse cabo.
Estas son sólo unas ideas básicas para tratar de lograr que un proyecto salga como habíamos pensado. Pero no hay que tener miedo a al fracaso cuando llevamos acabo nuevas ideas, nos puede enseñar cosas útiles, si sabemos aprovecharlas, claro.