Todo el mundo conoce el dicho «esto es como encontrar una aguda en un pajar» y lo utilizamos para dar a entender que algo es muy complicado o difícil de llevar acabo.
En realidad, nunca me he tenido que enfrentar a la tarea de buscar una aguja en un pajar, pero supongo que así, a priori, no debe de ser una tarea sencilla. Así que cuando escuché una respuesta por casualidad, me quedé pensando sobre las vueltas que le damos a las cosas.
Hace unos días, estaba con unos amigos tomando unas cervezas y hablando de un poco de todo. Era una de esas conversaciones que se tienen con buenos amigos de las que luego no recuerdas nada, pues simplemente se trata de pasar un rato agradable y disfrutar de la compañía de los demás. Sucedió de repente. En medio de la conversación alguien dijo la típica frase «eso es como encontrar una aguja en un pajar» y al otro lado de la mesa escucho una respuesta que no me esperaba: «Pues quema la paja y encontrarás la aguja«.
Me recordó a la fábula de Alejandro Magno y el nudo gordiano. Para quién no conozca la historia, relata cómo Alejandro, tras conquistar Frigia, en su lucha contra el imperio persa, se enfrentó al reto de desatar un nudo tan complejo que nadie hasta la fecha lo había logrado. La leyenda decía que quien lo lograse, conquistaría toda Asia. Alejandro aceptó el desafío, se aproximó al nudo, sacó su espada y lo cortó. El nudo quedó desecho, aunque no de la manera tradicional y de la que muchos habrían pensando.
Con los años, vamos perdiendo nuestra capacidad para pensar de forma divergente. De niños somos muy bueno en esto. Hoy en día las redes sociales están plagadas de comentarios y vídeos con niños explicando las cosas de forma sencilla, divertida y completamente diferente. Lo explicaba Ken Robinson en un estudio basado en pedir a los adultos usos alternativos a un simple clip, de esos que sirven para sujetar papeles. Es algo que puedes hacer tú mismo en casa. Lo más normal es que pienses en unos 20 usos diferentes. Pero cuando hizo el mismo experimento con niños, llegaron a tener hasta 200 usos.
Muchas veces, cuando nos enfrentamos a un problema, damos por hecho ciertos axiomas que nos ayudan a definir los límites del problema y las posibles soluciones. Lo hacemos de forma natural para simplificar la realidad de las cosas y tratar de encontrar una solución lo más rápido posible. Regresando al ejemplo del clip, las personas más creativas llegaron a preguntar si podían modificar el tamaño del clip, o el material del que estaba hecho… cambiaban el paradigma para buscar nuevos puntos de vista y, por ende, nuevas soluciones.
En las organizaciones empresariales sucede lo mismo. Estamos acostumbrados a hacer las cosas siempre igual, con apenas desviaciones sobre el patrón oficial. Pensar «out of the box«, aunque está muy de moda decirlo, no está bien visto aplicarlo.
Es por ello que las organizaciones tienden a complicar los problemas de forma natural, evitando que lleguemos a soluciones rápidas y sencillas, que nos permitan mayor dinamismo y productividad. Tratamos de buscar la aguja en lugar de quemar la paja.
Si nuestra empresa ha crecido mucho en los últimos años, puede ser normal que nos encontremos con una falta de coordinación e incluso casos de división interna, donde los diferentes equipos de trabajo no estén alineados. También podemos encontrarnos con demasiada información. La información es buena, pero tener demasiada no nos ayuda a tomar mejores decisiones. Hay que encontrar el equilibrio para mejorar nuestra eficiencia.
La comunicación interna también es un factor clave. Parece una obviedad. Si preguntas es tu organización si las personas creen que una buena comunicación ayuda al funcionamiento de la empresa y a alcanzar los objetivos, la gran mayoría dirá que sí. Pero si preguntas si en tu empresa hay una buena comunicación entre los distintos departamentos, seguramente te lleves una sorpresa. ¿Cómo puede ser que algo que los mismos colaboradores consideran importante no se desarrolle?
El estilo de dirección que tengamos también determina la facilidad de la organización para encontrar soluciones alternativas. Una estructura marcadamente vertical, con un líder que controla todo, es menos dado a pensar «fuera de la caja» y simplemente seguir el pensamiento oficial. Estructuras abiertas buscan más este cruce de ideas y pensamientos alternativos. Pero si es muy disperso, tampoco lograremos tomar una decisión al estar demasiado distribuido el poder de decisión.
Un estudio de Boston Consulting Group sobre los efectos del software en la transformación digital de las empresas concluye que se puede llegar a ahorrar entre un 15% y un 20% si se logra el enfoque correcto, reduciendo la complejidad funcional y técnica a la que se enfrenta.
Así que a la hora de enfrentarnos a un problema en nuestra organización debemos, primero, parar y analizar bien la situación. No descartar soluciones alternativas, identifica bien los objetivos que se quieren alcanzar y los recursos de que dispones. Realiza la mejor estrategia y comunica a todos tus colaboradores para que actúen de forma coordinada, enfocados en el mismo objetivo.