Hace unos días hablábamos en la oficina sobre los proyectos para 2020, en un ejercicio que solemos hacer cuando ya el año en curso está abocado a su fin, donde podamos alinear estrategias, prioridades y, ante todo, tiempos.
En medio de esta conversación surgió un tema que suele ser recurrente en muchas empresas: ¿cómo queremos afrontar un determinado proyecto (un tanto ambicioso)?.
Es muy normal que las empresas, cuando se enfrentan al desafío de desarrollar una nueva solución tecnológica, utilicen algunas de las herramientas o sistemas de gestión de proyectos que existen a día de hoy. Tales como el «Design thinking«, que utiliza procesos cognitivos para desarrollar nuevos productos o servicios, puedes optar por una aproximación «Agile» (estas es más una filosofía de trabajo que una metodología) o incluso por formas más tradicionales como Prince2.

Una vez que hemos definido nuestra forma de trabajar, comenzamos a reunirnos con diferentes equipos, organizar diversos workshops y actividades, para lograr saber qué queremos hacer, cómo nos gustaría hacerlo y el resultado que nos gustaría obtener.
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