En el día de ayer nos sorprendían con una noticia sobre el mensaje, completamente fuera de lugar y lleno de odio, de una usuaria de de Facebook hizo a Inés Arrimadas después de la participación de esta última en un programa de Tele5.
Las redes sociales prendieron fuego, y con razón, ante semejante comentario. Algo que ya viene siendo normal, por otro parte. Pero lo que más llamó la atención es que la empresa en donde trabajaba rápidamente compartió un comunicado donde informaba que habría prescindido de los servicios de esta trabajadora, al enterarse de sus comentarios en las redes sociales.
Hace ya tiempo sabíamos de la delgada línea que separa el mundo digital del mundo real. Cada vez estamos más hiperconectados y nuestros perfiles en las redes sociales nos definen ante una sociedad, que busca conocer los detalles más íntimos de nuestra vida y que nosotros publicamos amablemente.
Y es que lo que hacemos online tiene repercusiones en nuestra vida real. Y no es simplemente lo que publicamos en nuestro perfil de Linkedin, también lo que compartimos o vemos en Facebook, comentamos en Twitter o compartimos en Instagam. Nuestra vida parece ser que es más pública que nunca y debemos de tener cuidado de nuestra imagen digital.
Hace unos días discutíamos sobre si ahora estábamos más influenciados sobre las opiniones de los demás y si estas tenían más influencia sobre nosotros. Recuerdo, por un lado, la serie Black Mirrow y, por otro, libros como La catedral del mar donde se describía la vida a principios del primer milenio. Me recuerda a cuando paseaba por los pueblos gallegos y veía los lavaderos, mi abuela me contaba que estos eran las antiguas redes sociales de los pueblos. Lugares donde se transmitía la información, las noticias y los cotilleos.
La era de Internet, en sus inicios, permitió una libertad a muchos que antes no tenían. La gente se podía expresas libremente casi sin ninguna consecuencia. Twitter es una red social donde todavía esto es posible, lleno de perfiles que no tienen un nombre real o una foto de perfil. Pero con el paso del tiempo las redes sociales se han vuelto cada vez más públicas. Las empresas mirar en ellas, bien para detectar las tendencias del mercado, bien para saber a quién están contratando. Los usuarios nos miramos los unos a los otros y comentamos… igual que en el antiguo lavandero.
Es por ello que debemos cuidar nuestra imagen personal en Internet, nuestra reputación digital. A día de hoy, existen poca diferencia entre nuestro yo real y nuestro álter ego digital.
3 comentarios en “Nuestra reputación digital en el mundo real”